COMO UN GRANDE Y A LO GRANDE

Se empieza a ser grande cuando se llega a parecerlo en varias ocasiones cercanas en el tiempo. La Supercopa de Europa es un título solo reservado para grandes equipos, para equipos con un toque especial. Ganarlo como campeón de la Europa League suena a como debió sonar ganar la Intercontinental sin haber ganado la Copa de Europa, en 1974. Pero se llega a donde se llega y, como dice Simeone, las finales se ganan. Y si se pueden ganar así, como se ganó al Chelsea, mucho mejor.

Dos Supercopas de Europa en dos años no debe ser fácil. Repasando la historia de esta competición solo alcanzan una hazaña similar el Ajax de Cruyff, Rep, Krol y Neeskens, el Anderlecht de los 70 (Vercauteren, Coeck, Rensenbrink, Van der Elst), el Milan de Sacchi y el Barcelona de Guardiola, Messi, Xavi e Iniesta. Una comparación que para muchos pudiera resultar cómica o aberrante pero que tiene en su indiscutible resultado la explicación a indudables lugares comunes, sobre todo relativos a genes competitivos y a factores de sangre y genética que muchas veces no conoce ni el propio portador. Es significativo que aquellos clubes hayan sido historia del fútbol, dinastías ganadoras, reconocibles en la mayor parte de los jugadores que componían sus alineaciones. El Atlético, en dos años, ganó las dos supercopas con solo un jugador superviviente, Godín, que según la prensa a punto estuvo de ser traspasado y no llegar al partido de este viernes vistiendo la camiseta del Atlético (la resistencia de Simeone resultó fundamental). No es signo de nuevos tiempos ni métodos revolucionarios en la dirección deportiva pero siendo un inconveniente en sí misma esta circunstancia denota otro tipo de cualidades que no hay que desdeñar y que hay que seguir exprimiendo como tubo de pasta para continuar creciendo.

Los títulos agrandan el ego y la exigencia de una afición que en su facción más joven está muy necesitada de orgullo e identidad de gran club. Cuanto más presionen los seguidores por ganar y más le exijan al Atlético seguir siendo grande mejor será el futuro inmediato. Simeone es a los jugadores lo que la afición es a la dirección del club. Como confesó Filipe Luis a Canal+ tras el partido de Mónaco Simeone se cierra como una partida de dominó al repetir frenético en el vestuario la palabra «ganar» y esa tensión y ambición del entrenador de argentino es una bomba protéica que realimenta el objetivo de la grandeza en el músculo competitivo del club, una caldera de presión alta para la entidad y una delicia para los aficionados más veteranos.

Caso aparte es Falcao, pese a que detenerse en el colombiano suponga pasar por alto de manera injusta el desempeño del resto de jugadores, sobresalientes todos contra el Chelsea. Falcao es tigre y Sandokán a la vez, el mejor jugador de área de la actualidad con diferencia ostensible sobre el siguiente. Un galán de culebrón que se transforma en felino selvático a la hora de cazar bajo tierra y en la copa de los árboles. Un depredador insaciable que es cierto que sabe buscarse la comida pero que merece que le hagan la vida placentera dándole de comer a diario.

¿Y ahora, en Liga, qué? Faltó la guinda y el bizcocho de Diego pero al no haber habido más ventas, manteniendo a Silvio, Godín, Raúl García y Diego Costa y con la llegada reciente de Cisma la plantilla parece de las más compensadas o completas en años. Cuatro laterales y tres centrales, pudiendo Cisma también jugar de central. Sabiendo que Simeone no enloquece por los extremos y prefiere darles las bandas a los laterales la nómina de centrocampistas es larga y completa, para rotar y para poderles exigir siempre el 100% a nivel físico, con Gabi, Mario Suárez, Tiago, Koke, Arda Turan, Cebolla Rodríguez, Raúl García, Emre y los jóvenes Oliver Torres, Kader y Saúl Ñíguez. Además tres delanteros como Falcao, Adrián y Diego Costa. Estar entre los cuatro primeros debe ser una obligación. Los títulos así lo exigen.

Antoni Daimiel

IMPOSIBLE CENTRARSE

La historia reciente no sitúa al Atlético de Madrid entre los cuatro primeros de la Liga. Lleva tres años sin alcanzar la Champions League por clasificación en Liga y esta temporada parecía que sin tocar nada, quedándose como estaba, solo por el descenso del nivel del resto del mar podría sobresalir y alzarse más por encima del agua para ser el principal aspirante al tercer puesto. De momento no está en la onda. El Atlético sigue descentrado en costumbres de poca monta y en sus sindioses particulares.

La confección de la plantilla comete unos deslices incomprensibles. Por mucho menos en el PCFútbol te penalizaban con el descenso. El capítulo de bajas sacudió a dos capitanes veteranos (Antonio López y Perea) y el afán recaudatorio puso en Alemania a Domínguez. Tres jugadores capaces de jugar con más o menos costumbre y garantía en los puestos de lateral. La plantilla quedó configurada con tres laterales (Juanfran, Filipe Luis y Silvio) y para el primer partido de liga dos estaban lesionados. De esta guisa el entrenador en vez de preparar al equipo bajo el planning previsto tenía que ponerse a mediados de Agosto a improvisar dibujo, sistema y alineación. Mandaron al estudiante de medicina a quirófano en el primer día de facultad y así salió la intervención.

Sin Diego se rompió la creación, se perdieron conductos y conexiones. El Atlético es ese club que tiene la habilidad de convertir la prioridad en un descarte y el empeño en crear más o menos conscientemente una discusión nueva para diluir (no solucionar) la anterior. Me refiero al caso Oliver Torres, una bendición de jugador en riesgo de instrumentalizarse como excusa para que no venga Diego. Hace un año el centrocampista brasileño renunció a un millón de euros de salario para poder jugar en el Atlético de Madrid. En Julio, cuando parecía descartado, tuvo que denunciar para que le abonaran casi 600000 euros debidos (sí, que a muchos se les cayó un cero en la información en ese momento). En el corazón de Diego el Atleti pasó de ser un deseo, su oasis en el mundo, a un objeto de su ira. Aún así Simeone no ha desfallecido ni un solo día en la reclamación de Diego. Incluso después de la venta de Salvio el club le planteó la posibilidad de fichaje de un extremo (seguramente representado por Mendes, Quaresma quizás) y Simeone dijo que no quería extremos. Que quería a Diego. En esas sigue el Atlético, esperando a que el Wolfsburgo pierda la paciencia y que a Diego se le pase. Mientras tanto corren el riesgo repetido de que la afición se desespere y no sea por el calor.

Los dos títulos consecutivos de Europa League no parecen haber sido mínimamente rentabilizados y para justificar ventas de jugadores importantes se continúa hablando de la situación económica como si fuera la información meteorológica, como si viniera así. La competencia se deshace: El Málaga ya no es lo que era, el Villarreal descendió y el Athletic de Bilbao está hirviendo pero el Atlético ni identifica la oportunidad ni la aprovecha. Jaleo en exceso a pocos días de la disputa de un título que sí, éste sí, es de clubes grandes, el de la Supercopa de Europa. Unos con unas ganas locas de ganarle al Chelsea y otros con ganas locas de vender algún jugador más.

Antoni Daimiel

SIEMPRE POSITIVO, AHORA LATERAL

 

(Publicado en Diario AS, sábado 28-Enero-2012)

Es un apóstol de la confianza y la fe, con pasta para poder haber sido un autor de éxito en el sector de los manuales de motivación y autoayuda. Todo el positivismo tan recomendado en tiempos de crisis él lo lleva de serie. En sus mayores momentos de sombra y clandestinidad bajo las órdenes de Quique y de Manzano Juanfran mantenía intocable la convicción de que acabaría triunfando en el Atlético de Madrid, de que provocaría la ovación de la tribuna de preferencia según avanzara por la banda de los banquillos hasta poder dar un centro de gol sobre la portería sur del Vicente Calderón. Aún ahora, después de convertirse en una de las puntas de lanza de este fenómeno de acción-reacción desencadenado por Simeone, Juanfran sigue esperando, más de un año después, jugar de titular un partido en el Manzanares en su puesto verdadero, como centrocampista pegado a la banda derecha.

El experimento en el lateral derecho es una solución que inventó Manzano en coyunturas difíciles, un respuesta con pretensión anecdótica y eventual que de repente a Simeone le llena. No sólo no le incomoda sino que le genera importantes y selectos dividendos futbolísticos al equipo. Una misión más o menos novedosa que no va a mirar con temor ni recelo alguien que disfruta de su profesión cada día como un niño el 6 de Enero. La convicción y la determinación de un destino innegociable le hacen conocer la meta sin saber nada sobre el camino, sin casi preocuparle el cómo o el mientras tanto. No necesita soñar su éxito vestido de rojiblanco porque sólo sueña el que duda. Juanfran únicamente se preocupa de acortar plazos y de expandir el lateral derecho para estar continuamente cerca, también en el campo, de sus mejores amigos, Godín y Adrián.

 

Antoni Daimiel

REC Y MUTE POR SIMEONE

 

El cambio apunta a agradecido. La llegada de Simeone ha tenidos notorios efectos antioxidantes y depurativos, como un emblema o una declaración universal de lo que busca un cambio de entrenador en un equipo de fútbol. El cambio ha sido renovador para los jugadores y sus rutinas laborales. Simeone siempre produjo la euforia de la reacción allí donde entrenó. En Racing, en Estudiantes de la Plata, en River Plate y en el Catania. Su equipo ha sido un remake de lo que él era como jugador: Nervio, incontinencia, atención, prisa, faltas por doquier, una pura convulsión y una tensión competitiva indiscutible, con un orden defensivo que no parece creíble que pueda ser construido en tres semanas y un motor tuneado de diesel a GT. Nunca será suficiente la prudencia recomendable para el Atlético pero que le quiten al Atleti lo bailao en estos quince días, los kilómetros recorridos y las patadas repartidas si es que este sacrificio convencido no provoca antes o después que la precisión y la resolución se vean afectadas. Ay si la máquina que empezó a enfrentar a Manzano con Reyes porque demostraba los pocos kilómetros que recorría hubiera grabado las distancias completadas y pudiera ahora compararlas con las actuales. Ay si se pudiera firmar con contrato indefinido la disciplina y el trabajo defensivo de Diego y Arda Turan en las bandas para que jueguen siempre.

La suposición de la presión del público del Calderón por la ausencia de Adrián y Arda Turan en Málaga llevaron a Simeone al 4-2-3-1 de los partidos del Villarreal y de Anoeta y el destino ha sido una bendición. Juanfran de lateral convierte a un equipo prudente en otro ambicioso, los dos mediocentros les dan oportunas coberturas a las laterales en sus subidas. La improvisación y la creatividad de Adrián son bienvenidas en la mediapunta y las hordas de acompañantes que acompañan a Falcao en cada ataque reconfortan al colombiano.   

A la extraordinaria crónica de Jordi Quixano en El País sobre el partido del Calderón contra el Villarreal le recopilé un fascículo completo de terminología bélica: Rompe, rasga, acelerado, vértigo, furia, eléctrico, morder, aliento, torbellino, punzante, fiereza y vertical. En la victoria a domicilio frente a la Real Sociedad los primeros quince minutos de la segunda parte fueron para guardar en una urna porque sin perder todas esas señales de identidad el Atlético jugó al fútbol con destreza y sutileza. Pases, toques y controles así son propios de esos jugadores pero realizados a esa velocidad de ida y de vuelta ponen al equipo en otra dimensión. Y hay que felicitarse, y felicitar a Simeone, porque la puesta en escena de su equipo sea mucho más amable que su discurso. Puestos a acertar con algo, mejor con lo que se hace que con lo que se dice. Con ratos así a quién le importa que el Cholo recite las obras completas de su gurú con Argentina y en el Sevilla Carlos Salvador Bilardo, aunque luego a solas le ponga velas al vértigo bielsista y le aumente las dosis de café cargado a Tiago, Turan y a Diego. 

 

Antoni Daimiel 

COMIENZA LA ERA SIMEONE (MÁLAGA 0 – AT. MADRID 0)

 

Un partido y lo prometido ya no es deuda.  Es llegar Simeone y cambiar el tiempo, la sensación térmica. Afloró todo lo que se presupone y generalmente no aparecía. A uno le hubiera gustado evitar la distracción de perderse en los tags (etiquetas) del técnico argentino, de su plan, de su discurso, impedir la terminología de la garra, el compromiso y el sudor en un blog con esta denominación tan sanguínea y una pretensión tan espiritual. Pero si no es de eso, de qué vamos a hablar. Cuentan por ahí que Simeone ha convencido a los jugadores para todas estas cosas. Son cosas, en realidad, que se hacen por convicción. Las que no se hicieron en La Rosaleda no se pueden hacer sólo con convicción y no hemos recibido pistas sobre cuándo o cómo llegarán. Lo más agradecido del partido resultó la idea clara de jugar con bandas para Falcao. Lástima que en el curriculum de Salvio predomine más lo que no es que lo que es. Porque Salvio no es un extremo, no es regateador, no es centrador ni un jugador técnico. Pero para Simeone de momento Salvio es más que Arda Turan porque su físico, su actividad y su cotundencia en el repliegue sean supuestamente superiores.

En su rueda de prensa posterior al partido Simeone destacó el carácter y la solidaridad de sus jugadores, el objetivo cumplido y hasta el presupuesto económico del Málaga, agua hirviendo en vaso de plástico este último argumento. Sobre todo cuando el próximo rival, el Villarreal, ha reducido su presupuesto hasta dejarlo en poco más de la mitad del del club rojiblanco.

Dicen los jugadores que el trato con Simeone y Germán Burgos ha sido excelente durante esta semana y que el del Málaga ha sido el partido que más han preparado de lo que llevamos de temporada. En la retransmisión televisiva que seguí en directo se subrayó que Simeone no se sentara,  que viviera el partido con tensión, que el equipo presionara todo el partido, en suma, que los del campo no se descompusieran y los del banquillo no quedaran impasibles. He observado que todas las comparaciones se han establecido con las actuaciones anteriores del equipo como visitante y ya ansío descubrir, yo también con garra, compromiso y hasta sudor, las virtudes que lucirá este equipo en el Calderón para ganar los partidos, también en comparación a las anteriores.

Dicen los expertos en estadística deportiva que el dicho de «entrenador nuevo, victoria segura» tiene su fundamento casuístico. Se supone que el estado de ánimo, la alerta ante el cambio de ciclo, las ganas de agradar el nuevo jefe y la renovación de la competencia interna contribuyen al cumplimiento del tópico. Si esto fuera así confiemos en que a medida que estos impulsos desciendan se vaya ganando en dinámica e intención de juego, porque en eso también, por lo visto en Málaga, va a partir de cero el Atlético.

 

Antoni Daimiel

 

GLÓBULOS SECOS

 

La trayectoria del Atlético de Madrid esta temporada duerme y decepciona al más ferviente seguidor. Nos lleva de rama en rama como Tarzán lleva a Juana. Amenaza con clausurar blogs. Anestesia ilusiones y tapa respiraderos de supervivencia con cemento armado y ya no sabe uno si es carne de Cuarto Milenio o de Salvados. En quince jornadas la Champions está a diez puntos y a sólo cuatro el descenso. Quince jornadas son muchas, son tres meses y medio de desazón. Quien exigía en Septiembre está agotado y ha depositado sus anhelos y utopías en fenómenos más creíbles y el que pedía paciencia se ha impacientado. Manzano dice que no hay excusa ni explicación. El entrenador del Atlético de Madrid ha gastado todas las palabras secas a su alcance para seguir lamentándose sin enfadarse del todo. Ya habría desquiciado al Dalai Lama si a éste le importara algo el Atleti. Estamos casi en navidades y el peor equipo de Europa fuera de casa ha logrado, a pulso, que la figura del buda de encima de la televisión haya dejado misteriosamente de sonreír. Todo tiene un límite y se debe despedir a Manzano con el mismo pacifismo con el que él se comporta. Llévese su calma a otros lares que aquí vivimos atacados.

¿Y qué pasará cuando se cambie de entrenador? Por favor, extendamos el aviso en cadena de que esto no tiene arreglo y curaremos de esta manera a los pocos ilusos que queden. No hay nada que hacer, señores. Da igual que mires en Canal+ Liga 1 ó 2, en HD, en Autonómicas o en La Sexta. Hasta en los resúmenes se ven defensas más contundentes, centrocampistas más rápidos y delanteros o extremos con por lo menos algo de desborde. ¿Serán de verdad así, como parecen, los jugadores del Atlético? ¿O será un campo magnético? El Atleti es la isla de Perdidos, un terreno misterioso donde nadie se sabe ni quién es ni con quién va. ¿Suena Pablo Alborán en el vestuario a todo gas antes del partido? La norma de que todos los jugadores rojiblancos eran mejores antes y lo serán después de pasar por este equipo lleva inalterable varios lustros. Si no es esta semana será la que viene cuando llegará el entrenador número 39 del gilismo, y entonces habrá por lo menos otros cuantos meses de falsa novedad. Lástima que uno no se pueda desprender de este vínculo vitalicio, que no se pueda vender o tirar al contenedor del cristal.

 

26 Noviembre: Real Madrid 4 – Atlético de Madrid 1

 

Una vez más el Atlético perdió un derbi vinculado con lugares comunes a muchas de esas habituales derrotas frente al equipo blanco. Lo de siempre. Adelantarse en el marcador, jugadas polémicas, ensañamiento madridista en juego, resultado y reacciones y sobre todo la indefensión en la que vuelven a dejar a escudo, historia y afición algunos representantes oficiales del club.

Manzano acertó en el planteamiento inicial, sin duda. Plantó un 4-4-1-1 que tapaba con tensión y disciplina todos los caminos de ataque del Real Madrid. Diego siempre pendiente de Xabi Alonso, olvidándose de compromisos zonales. Salvio en la derecha y Turan en la izquierda disciplinados en las coberturas. De las intenciones publicitadas por Manzano en la semana previa para el partido sólo se cumplía la adjetivación de cerrado porque el partido del Atlético no fue ni feo ni bronco mientras jugó en igualdad numérica. Fue la imagen más contundente y pragmática del Atlético fuera de casa en lo que llevamos de temporada.

En el minuto 15 se adelantó el Atlético con un golazo de Adrián, su quinto gol en la liga. Y en el 21 Domínguez se queda enganchado demasiado atrás mientras Godín salía a por Cristiano y los dos laterales también más adelantados. La posición de Domínguez habilitó un gran movimiento de Benzema y una gran combinación del Madrid. El cambio de Diego para la entrada de Asenjo era tan obvio y lógico que Carlos Martínez y Robinson lo anticiparon en la retransmisión de Canal+ y el propio protagonista no se sorprendió al recibir la noticia.

A partir de ahí el partido tornó a bronco y acabado. Xabi Alonso aumentó su protagonismo en el juego del Real Madrid pese a que Adrián recogió parte de la misión defensiva de Diego. Godín no tuvo la velocidad para tapar a Cristiano en el segundo gol, cometió el error del partido al regalarle a Higuaín el tercero y cometió el penalti del cuarto. Un partido para olvidar del uruguayo, que ha acumulado demasiados errores letales desde su llegada al Atlético de Madrid.

Gregorio Manzano retrasó los dos cambios finales de manera inexplicable, para un equipo que tuvo que jugar con nueve jugadores de campo durante setenta minutos. El entrenador atlético está virtualmente sentenciado porque no agrada a la afición, la plantilla cada vez cree menos en él y los resultados después de disputar un tercio de la temporada tienen al equipo en el undécimo puesto, por debajo del ecuador de la clasificación, siendo el peor equipo de Europa como visitante. Pese a que han sonado nombres como Benítez, Schuster, Luis Aragonés, Antic o Pantic el que más posibilidades puede tener es Carlo Ancelotti. Todo lo que suene a caro y que venga de fuera tiene más opciones en el Atlético.

La afición también debe sentirse decepcionada por la tibieza con la que Manzano se ha comportado ante los ataques verbales de Mourinho antes, durante y después del partido así como por la actitud de Reyes, riéndose a tumba abierta en su entrada al campo con el 3-1 en el marcador o el paseíllo flagrante por lo lento que se dio Turan en ese mismo momento, en su sustitución.

 

Mateu Lahoz

Vaya por delante que es del todo aceptable que expulsara a Courtois y a Godín en los penaltis y que con otro árbitro lo más seguro es que el marcador no hubiera variado gran cosa. El tema de este árbitro es otro. Mateu Lahoz es hoy en día el árbitro favorito de crítica y público en España. Sería magnífico descubrir científicamente qué ha sido lo que más ha contribuido a su magnífica imagen y calificación, si el que sea el árbitro favorito de Mourinho o que la prensa bendiga su filosofía de dejar jugar y pitar poco, convirtiendo la expresión “un árbitro estilo inglés” en un epíteto indiscutible.

Digamos que Mateu Lahoz se despega más de lo habitual del reglamento y concede a su libertad interpretativa licencias populistas que evocan cierto vanguardismo y aparente valentía. El problema es que uno nunca sabe a qué atenerse, cuándo Mateu se ciñe estrictamente al reglamento o cuándo no. Lo hace de manera arbitraria, nunca mejor dicho. Esa acordeón cuanto más amplia es más opción tiene de provocar injusticias. En el derbi Arda Turan debía haber recibido una amarilla a los diez minutos porque primero agarró por detrás a Lass Diarra, recibió el aviso del colegiado y poco después realizó una entrada por detrás y sin balón a Di María. No lo hizo hasta una tercera entrada fuerte.

Dos minutos después del gol del Atlético hay una falta de Filipe Luis a Di María por detrás y el argentino reacciona levantándose y yéndose con pecho y hombro contra el autor de la falta. Diego llega a separar y Di María cae como víctima de un tiro. Pero fue Diego, el que menos lo merecía de los tres, el único que se llevó la tarjeta de este árbitro tan poco tarjetero, la primera del partido. Hecho determinante en que luego fuera el elegido para ser la víctima del cambio obligado.

Otras entradas merecedoras de tarjeta según reglamento y que no la recibieron sólo en la primera parte fueron: Xabi Alonso (min 19.30, ya la buscaba por entonces sin suerte), Salvio (min 28), Assunçao (min 34), Filipe (min. 36) y Lass Diarra (min 40). Otras más podrían añadirse a esta lista en la segunda mitad. Cuando Mateu quiere, se aleja del reglamento para dejar pasar tarjetas que a posteriori podrían tener una determinación clara en el partido. Sin embargo para las expulsiones se ciñó, cumplidor y ortodoxo, a la normativa.

Además de los futuros problemas en los que le pueda involucrar su estilo y su modus operandi Mourinho ha metido en un lío añadido a Mateu Lahoz. Es su árbitro favorito y lo pregona en cuanto puede. En el derbi el colegiado tuvo que dar un aviso al entrenador del Real Madrid en el minuto 34 por sus reclamaciones ante las faltas del Atlético. En el minuto 36 Mourinho y sus ayudantes se dirigieron sin disimulo con gestos y expresiones verbales al banquillo rival pero ya Mateu no intervino y miró para otro lado. Mourinho, por cierto, se desenvuelve en los partidos con total impunidad. Cierto es que puede hacer lo que quiera, faltaría más. De hecho da la impresión que en todo momento lo hace. Pero hay cierta incompatibilidad del reglamento con la manera en la que se lo aplican o no se lo aplican. Mourinho puede hablar en el tono que le apetezca a jugadores o entrenadores rivales o irse cuando le place a seguir el partido a la boca del túnel de vestuarios. Sorprendió que en la rueda de prensa tras el partido dijera que alguno de sus jugadores se había ido cojeando, refiriéndose a Cristiano, cuando él lo mantuvo los noventa minutos en el campo y la entrada que más le dañó, la de Perea al tobillo, ocurrió en el minuto 33 de la primera mitad. O que se haya quejado del planteamiento de partidos feos o con excesiva dureza. La versión polémica de Mourinho no pasará, no cambiará, Y se seguirá hablando más sobre ella que sobre la mejora que ha experimentado el juego del Real Madrid esta temporada con respecto a la pasada.

 

 

 

¿DEL LEVANTE AL PONIENTE?

 

El Atlético de Madrid está en la mitad justa de la tabla después de la rentable y loca media hora final contra el Levante. Ni frío ni calor, el centro geométrico de la tabla es la indefinición. Cuatro ganados, cuatro empatados y cuatro perdidos. Clima continental, ni vas a la playa ni a esquiar. Por el horizonte asoma el Bernabéu y el derbi, un agujero negro absorbelotodo de doce años de vida. Este club ajado al que se le aguan los ojos cada vez que abre el álbum de fotos antiguas lleva doce años sin ganar en el Paseo de la Castellana y trece sin hacerlo en el Calderón. Y ya no está Raúl.

Once años de visitas al Bernabéu en los que en la semana previa los atléticos repetían lo de que van a Chamartín a ganar, sin complejos. Un gran esfuerzo de visualización no dibuja otra cosa que un ocaso de poniente en la foto del sábado noche. Ése es el talante, sin más, el sentimiento real. El vecino de enfrente, potentado y superior, critica el victimismo porque le pone más golpear al que llega crecido. La realidad no le permite al atlético ni menearse. Lo aconsejable es jugarlo y verlo por televisión pensando en ganar pero uno le da vueltas, fuerza la imaginación, desata el atrevimiento y se queda en fantasía. El margen para la sorpresa sólo puede pasar porque probablemente haya en el once atlético cinco o seis jugadores que nunca han vivido un derbi vestidos de rojiblanco. Aunque pensándolo bien quizás no sea la primera vez que ocurre en los últimos años.

Gregorio Manzano ha declarado que no va a ocurrir como en el Camp Nou, que el Atlético no va a jugar ni alegre ni abierto ni divertido, que el Atlético tiene que hacer un partido cerrado, bronco y feo . Una buena intención para esta coyuntura. En realidad me preocupa que muchas de las cosas de Manzano me parecen bien y me dejan desubicado con respecto a la mayoría de la afición. Lo que no sé es cómo el Atlético va a lograr un partido así de farragoso con la base de jugadores y el estilo utilizado en lo que llevamos de temporada.

Manzano tiene un jeroglífico en arameo extinto para dar con la alineación ideal. Si empezamos por arriba cualquiera de esas famosas encuestas que se hacen en las principales webs deportivas sumaría hasta un 90% con el deseo de los aficionados de que sean titulares Falcao (si llega), Adrián, Turan, Diego y Reyes. Ahora que alguien me explique cómo provocar un partido feo y bronco en el Bernabéu contra el actual Real Madrid con estos cinco jugadores saliendo de inicio. Si se alinea en función del tono y la forma del partido que se quiere plantear el propio entrenador programaría una bomba bajo su asiento porque correría el riesgo de perder claramente contra el eterno rival dejando jugadores de calidad o favoritos de la afición en el banquillo. Tratándose de Manzano imagino un trivote con mayores posibilidades que la entrada de Assunçao o la inclusión de una defensa de cinco, con carrileros.

Y una cosa más, anecdótica quizás. Algunos periodistas han alertado de la conveniencia de que Xabi Alonso provoque una tarjeta amarilla para poder cumplir el partido de sanción contra el Sporting y así asegurar su presencia al siguiente partido en el Bernabéu contra el Barcelona. Quizás podría Mourinho también optar por no alinearlo contra el Sporting si no recibe la tarjeta contra el Atlético de Madrid, la postura más lógica e inteligente. Pero sobre todo lo más chocante puede ser la ardua tarea de provocar una tarjeta si el árbitro es Mateu Lahoz, el árbitro favorito de Mourinho, un colegiado que promedia este año en liga tres tarjetas por partido. Jueguen, jueguen.

 

Antoni Daimiel